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Insólito protagonismo de funcionario de la UE sobre central nuclear de Japón

  • miércoles, 16 de marzo de 2011
  • EnergíaDelSur

Central_nuclear_Fukushima_IMientras los técnicos japoneses luchaban aún denodadamente por controlar la accidentada central nuclear Fukushima I, y las autoridades se esfuerzan por infundir calma a una población golpeada por uno de los terremotos más violentos de la historia, el comisario de Energía de la Unión Europea, Gunther Oettinger, decía a la prensa, en Bruselas, que la situación en Japón era "apocalíptica" y que, sin embargo, lo peor aún "podría pasar en las próximas horas o días".
Obviamente, ése fue el título en los diarios del mundo: "Para la UE la situación en Japón es apocalíptica". No existe vocablo más fatal. El apocalipsis es el fin del mundo, la suma de todas las tragedias y de todas las calamidades. El apocalipsis es la anarquía, la desesperanza y el exterminio. En ese momento (día 16/03) la situación era grave, pero si algo no se necesitaba era el mensaje apocalíptico del funcionario, anticipándose a la información del propio gobierno japonés y de la agencia nuclear de ese país. Por otro lado, mientras en Europa se clasificaba al accidente como de nivel seis, en una escala con máximo de siete, para la agencia nuclear de Japón era de cuatro; y recién el 18/03 fue elevada a cinco.
Sin duda hay caos informativo, que permite cosas como la siguiente: según una agencia internacional, Oettinger advirtió sobre nuevas catástrofes en la planta nuclear en Japón en las próximas horas, pero su portavoz señaló que no tenía algún tipo de información específica o privilegiada sobre la situación.
"En las próximas horas habrá nuevos eventos catastróficos, que podrían presentar una amenaza a las vidas de las personas en la isla. Fukushima está fuera de control", reiteró Ottinger posteriormente al Parlamento Europeo.
"Los sistemas de enfriamiento no funcionaron y como resultado, estamos en algún punto entre un desastre y un desastre mayor. Todavía no hay pánico, pero Tokio, con 35 millones de personas, es la mayor metrópolis en el mundo", apuntó.
Lo extraño es que Oettinger, que en definitiva no tiene responsabilidad ni participación en toda esta situación, ha tomado un protagonismo y hace declaraciones más osadas que la propia Agencia Internacional de Energía Atómica (que recibe cada hora informes desde Japón) y que el propio gobierno japonés.
Más allá de la información que pueda poseer, Oettinger parece olvidar que en Japón murieron cientos de miles de personas en el holocausto nuclear de la Segunda Guerra, por lo que hablar de apocalipsis es, por lo menos, imprudente.
Si el pueblo japonés no fuera tan flemático, organizado y cerebral, oir a Oettinger poner en la misma frase a las palabras central nuclear y apocalíptico, hubiera provocado una estampida. Incluso arriesgó que lo peor todavía podría suceder en las próximas horas o días. Como fuera, la realidad era que hasta entonces, en un radio de 30 kilómetros a la redonda de las instalaciones, a la población sólo se le aconsejaba no salir de sus hogares, una precaución menor, como la distribución de pastillas de yodo. (No hubo evacuación ni orden de ingerir las pastillas).
Pero un diario de Argentina, por ejemplo, tituló en tapa: "Pánico mundial". Y la canciller alemana, Angela Merkel, ordenó el cierre por tres meses de los siete reactores que en ese país están en servicio desde antes de 1981. Alemania no tiene antecedentes de sismos, pero la presión popular (con movilizaciones incluidas) la obligó a tomar una decisión que va contra sus principios, ya que ella apoya a la energía nuclear.
El terremoto de Japón está entre los cinco más potentes desde que se tienen registros de estos eventos. Desplazó a la isla 2,4 metros. Japón tiene 52 centrales nucleares; tres o cuatro de ellas se vieron afectadas, en algún grado, por el sismo y el posterior tsunami. Pero no se han reportado víctimas relacionadas con la situación en alguna de estas centrales.
Sin embargo, hay "pánico mundial", como dijera el diario. La agencia francesa de Seguridad Nuclear se apresuró a clasificar el accidente en Fukushima I como uno de los más importantes de la historia nuclear, sólo un grado por debajo del máximo en la escala, que le corresponde a Chernobyl. Hay que decir que es una escala muy técnica, que no tiene en cuenta las víctimas sino el daño en instalaciones, se supone, porque en Japón no se han producido víctimas (por lo menos hasta el 16/03), mientras que en Chernobyl ni siquiera se sabe con certeza cuántas personas murieron como consecuencia de aquél desastre. Pero fueron miles.
Por eso llama la atención que se diga que el accidente en Fukushima I puede ser incluso más grave que Chernobyl.
Además de Chernobyl, el otro accidente nuclear de gran magnitud fue el de Three Miles Island, en Estados Unidos, donde hubo una fusión de núcleo. (Es decir, fue más grave que en Japón.) En los alrededores de esa instalación vivían unas 30.000 personas. Ninguna fue afectada.
Entre 1952 y 1977 hubo otros ocho accidentes importantes en reactores de uso civil.
Paradójicamente, lo sucedido en Japón demuestra el alto grado de seguridad que alcanza una instalación nuclear, más allá de que de estos hechos saldrán aún nuevos elementos que podrán elevar todavía más los estándares.
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