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Eran previsibles los conflictos por el rol de “doble agente” de Kicillof

  • miércoles, 17 de octubre de 2012
  • EnergíaDelSur

Juan José Aranguren, dijo que su empresa tuvo que entregar “toda la información de la compañía a la empresa competidora.

La petrolera Shell presentó un recurso administrativo ante la Secretaría Legal y Técnica de la Nación, en queja por el doble e incompatible rol del viceministro de Economía, Axel Kicillof, quien, además de ser director de YPF SA, preside la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones para el sector, con plena injerencia en el mercado y hasta en los planes de negocios e inversión de las empresas.

En esta condición, Kicillof, en su carácter de funcionario público, recibe información estratégica de las compañías, que automáticamente pasan a conocimiento de la petrolera estatal, en la cual integra el staff de dirección.

El presidende de Shell Argentina, Juan José Aranguren, dijo que su empresa tuvo que entregar “toda la información de la compañía a la empresa competidora”, en alusión a YPF SA. Claramente el rol de virtual “doble agente” de Kicillof genera un flagrante conflicto de intereses y una violación de la Ley de Ética Pública, que perjudica a todas las empresas. Shell se limitó inicialmente a presentar un recurso administrativo, lo que significa que se ha reservado el derecho de acudir a la justicia.

Obviamente, la situación alcanza a todas las compañías productoras de gas y petróleo, que son aproximadamente 50.

Conflictos y contradicciones

Desde el primer día en que YPF SA fue reestatizada, el papel de su presidente, Miguel Gallucio, pareció minado por decisiones oficiales que iban directamente en contra de los intereses de la empresa. En primero, y más importante, fue precisamente la creación de la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica que, como institución encargada de fijar políticas de estado y de larglo plazo, inicialmente se pensó sería de carácter multilateral.

No obstante, el organismo quedó integrado sólo por diferentes áreas del gobierno y presidido por Kicillof. Esta Comisión tiene prácticamente la última palabra en todas las cuestiones del sector, tanto en la extracción de los hidrocarburos, como en la producción de combustibles, precios de mercado, etc.

Un costado sensible fueron las atribuciones de la Comisión para requerir, aprobar, rechazar o presionar modificaciones en los planes productivos de las empresas. Esto no cayó nada bien en el sector privado, tanto entre las empresas que ya estaban operando, como las que eventualmente podrían invertir para convertirse en nuevos actores, en particular en relación con los nuevos recursos de shale gas y shale oil detectados en casi todas las cuencas del país.

El llamado Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas, se basa en la captación de inversiones extranjeras, dada la escasa magnitud de los recursos financieros propios. Estas incoherencias tienen trabadas decisiones que debe tomar el sector privado. En la industria petrolera, las inversiones son siempre varias veces millonarias (un pozo explorador en shale puede costar 20 o 30 millones de dólares) y de largo plazo y alta concentración de recursos.

El resultado es que YPF no ha conseguido las inversiones que ha estado buscando con desesperación. Se avanza sólo en entendimientos más bien de cooperación técnica con algunas empresas, pero nada más, al menos hasta ahora. Un ejemplo es un reciente viaje de Gallucio a Rusia, donde firmó acuerdos de esa naturaleza con Gazprom, a la cual aspira a comprarle gas.

Malvinas

Ese periplo lo llevó a la propia Londres, de donde tampoco trajo nada concreto, fuera de críticas de quienes cuestionan que se haya requerido inversiones del país con el cual tenemos el mayor conflicto en nuestro costado internacional, tanto por Malvinas en sí, como por el hecho de que Gran Bretaña haya otorgado permisos de explotación de hidrocarburos alrededor de las islas que Argentina reinvindica como propias. Este hecho fue totalmente disimulado por el gobierno puesto que es, políticamente, difícil justificar. A menos que se admita que las expectativas sobre las inversiones que vendrían a asociarse con YPF explotaron como pompas de jabón.

Más aún, a cuatro meses del lanzamiento del objetivo de corto plazo de revertir la caída de la producción y avanzar hacia el autoabastecimiento, se transitó en dirección opuesta: YPF quedó a cargo de las operaciones de importación de combustibles (petróleo, gas natural, GNL, gasoil y otros) que crecerán fuertemente el año próximo. No era ésta la función para la que se preparaba la empresa, ni su vocación.

Mientras tanto, está condenada a pagar intereses altísimos (18%-20% a tres años) para conseguir exiguos 1.500 millones de pesos en el mercado local, con los cuales mantener un sobrio nivel operativo.

fuente: Miguel A. Toledo || EDS
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