(ensayo por Miguel Angel Toledo - enero 2010)
Revalorizar la energía
La energía es tema crítico en todos los países. Es esencial para su desarrollo económico y social; y su distribución desigual tiende a generar tensiones y conflictos entre países; y pujas sectoriales en un mismo país. Por otro lado, una fuente energética sólo se convierte en recurso energético mediante políticas correctas, coherentes y permanentes. El petróleo, el gas, el uranio, el carbón, etc.; depositados naturalmente en un territorio, no aportan al desarrollo de un país hasta que son movilizados.
Una eficaz gestión energética es siempre una cuestión de buena administración; y sólo admite, por tratarse de un sector estratégico, una visión de largo plazo por encima de las coyunturas económicas, signos políticos, intereses sectoriales o ideologías. O, lo que es lo mismo, requiere una política de estado. No existen dos países en iguales condiciones respecto de la energía, de modo que no existe un modelo energético que pueda trasplantarse, como una receta mágica, de uno a otro país. Sus recursos naturales, tecnología, base económica o perfil productivo, nivel de desarrollo, segmentación socio-económica, cultura, institucionalidad, etc. son siempre diferentes y marcan necesidades y respuestas propias. Aún así, un país puede (y en cierta medida debe) atender a las experiencias ajenas tanto para emular sus aciertos como para evitar sus errores.
Argentina ha fluctuado por diferentes modelos diametralmente opuestos y ensayado incoherentes políticas temporales. Su clase dirigente nunca supo elaborar el consenso político trascendente sobre el cual cimentar una Política de Estado en materia de energía.
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