Mientras los técnicos japoneses luchaban aún denodadamente por controlar la accidentada central nuclear Fukushima I, y las autoridades se esfuerzan por infundir calma a una población golpeada por uno de los terremotos más violentos de la historia, el comisario de Energía de la Unión Europea, Gunther Oettinger, decía a la prensa, en Bruselas, que la situación en Japón era "apocalíptica" y que, sin embargo, lo peor aún "podría pasar en las próximas horas o días".
Obviamente, ése fue el título en los diarios del mundo: "Para la UE la situación en Japón es apocalíptica". No existe vocablo más fatal. El apocalipsis es el fin del mundo, la suma de todas las tragedias y de todas las calamidades. El apocalipsis es la anarquía, la desesperanza y el exterminio. En ese momento (día 16/03) la situación era grave, pero si algo no se necesitaba era el mensaje apocalíptico del funcionario, anticipándose a la información del propio gobierno japonés y de la agencia nuclear de ese país. Por otro lado, mientras en Europa se clasificaba al accidente como de nivel seis, en una escala con máximo de siete, para la agencia nuclear de Japón era de cuatro; y recién el 18/03 fue elevada a cinco.